martes, 29 de noviembre de 2016

Día 8. Hoy, declaro

Yo, Jordi Blanch Capellades, mayor de edad, vecino del mundo, compañero de mis limitaciones, crédulo irremediable, bufón de mis ocurrencias, señor de mis ideas, dueño de mis palabras, amante de mis silencios y discípulo de mis sueños,

DECLARO:

Que nunca la mediocridad dominará mi vida, antes bien, será la búsqueda de la verdad, de la sabiduría y de la belleza lo que guiará mis pasos en ella.

Que nunca consideraré verdad, mi verdad, sabiduría, mi conocimiento, y belleza, lo puramente estético. Pues nada hay mío, ya que me alimento de todo y de todos recibo.

Que la alegría será reina de mis escasas virtudes y la mesura, consejera de mis muchos defectos, de tal forma que brillen las primeras y vivan calmos los segundos. Y siendo que de todo ello estoy formado y a nada renuncio, me exijo responder con sonrisas las afrentas, con educación los insultos y con inteligencia las bajezas.

Que las emociones dictarán mi día al despertar y prepararán mi sueño al reposar.

Que mi mente pondré al servicio de mi corazón y este al de la emoción, pues nada somos si no lloramos cuando queremos llorar, no reímos cuando queremos reír, no bailamos cuando queremos bailar y no besamos cuando queremos besar, pero menos seremos aún si no lloramos, reímos, bailamos y besamos cuando nada aconseje llorar, reír, bailar o besar.

Que amaré siempre por encima de mis posibilidades, porque hacerlo por debajo no es amar, es empezar a olvidar antes de tener algo que recordar.

Que seré contundente en el reclamo, ávido en la exigencia y persistente en los propósitos, más no pondré nunca, en ningún caso, mi alegría como rehén del cumplimiento de mis objetivos.

Que colaboraré con mi cuerpo en su cuidado, pero no me obsesionaré ni con el uno ni con lo otro, no fuera que acabara dominado por mí mismo contra mi voluntad.

Que ayudaré al prójimo en lo que pueda. No tanto porque sea virtud cristiana, sino porque la entiendo como virtud humana.

Que viajaré por el mundo para confirmar que en cualquier parte el aire es el mismo que todos respiramos; que los árboles crecen hacia arriba en el norte y en el sur; que el sol podrá acariciar o sofocar, pero sale para todos; que las personas son básicamente buenas aquí y allí; que todos los ríos tienen su mar y que no todos ellos son de agua; que no hay ninguna planta que le haga daño al ser humano, pero sí al contrario; que los animales olvidan pronto sus cuitas y que el hombre nació para ser libre y feliz, a pesar de él mismo.

Que no atenderé a aquellos que no sumen, que no aporten, que no concedan a mi vida aunque sólo sea un átomo de felicidad, de alegría, de conocimiento o de sana inteligencia, pues he aprendido que no es bueno ni pasar, ni pasear al lado de quién se instala en la desgana, en la cobardía, en la vagancia y en la falsa modestia. A esos disminuidos emocionales por voluntad propia los quiero lejos de mí.

Que seguiré amando la lectura porque llena de tiempo mis momentos y de palabras mis silencios.

Que lucharé con ideas contra las ideologías que pretendan pisar aquellas y con el puño contra los autoritarismos que quieran acallar esa lucha.

Que no me quejaré sin motivo, mas no me permitiré una vida sin motivos de queja, pues lo contrario sería aceptar que todo en ella es perfecto y me engañaría.

Que brindaré con cava cada vez que, por causa de la edad, mi cuerpo se rebele contra mí, pues será signo ineludible de que voy cumpliendo con todo lo anterior…y sigo adelante.

La cual declaro a los efectos oportunos (e inoportunos, si fuere preciso para cumplirlos) en Las Palmas de Gran Canaria, el día 29 de Noviembre de 2016.



viernes, 11 de noviembre de 2016

Día 7. Líderes de piel y alma

Procura este espacio de pensamiento íntimo y sentimientos varios no acuñar respuestas fútiles a situaciones vanas y, por ello, huye de todo acercamiento a una realidad diaria que ataca con armas de insensibilidad mi forma de ver las cosas, mi mundo. Podría decirse que, siendo como soy un ente social compuesto por una considerable capacidad para la empatía y la relación interpersonal, no acepto de buen grado que esa socialización se cuele sin avisar por las rendijas de este blog. Pero, de vez en cuando, las brumas de un mundo que se me antoja cada vez más mediocre, banal, simplón y perdido, consiguen traspasar este medio y se pasean por él. Cuando eso pasa, intento recordar a Leonard Cohen: “hay una grieta en todo, así es como entra la luz…”. Hoy es el caso, y busco esa luz.

Hubo una época en la que Atenas tuvo un gran dirigente, Pericles. Alguien que era capaz de dirigirse al pueblo y adornar el aire con palabras como estas: “Pues amamos la belleza con anhelo y el saber sin relajación, y usamos la riqueza más como ocasión de obrar que como jactancia de palabra. Y el reconocer que se es pobre no es vergüenza para nadie, sino que el no querer evitarlo, eso sí que es más vergonzoso”. Con el paso del tiempo, la vida colectiva ha regalado al ser humano, de vez en cuando, hombres y mujeres que han engrandecido la noble tarea de hacer política para y por el pueblo. Pero ese pueblo, a medida que crecía, se acomodaba, envilecía y acumulaba para sí excedentes materiales de dudoso valor vital, iba apartando a todo aquel que pretendía mantener viva la llama del liderazgo moral y de la ética universal como atributos a defender por encima de todas las cosas, cediendo su voluntad (y necesidad no consciente) a personajes que alimentaban con ideas vacuas y emociones primarias el alma comunitaria. El ser humano se abandona a sí mismo cada vez que respalda con su ignorancia a líderes de plástico, midas de focos y alfombra roja que copan de odio mentes ávidas de rencor o, aún peor, de desesperación. Esta semana ha pasado en Estados Unidos. Y volverá a pasar.

El pueblo (tú, yo, nosotros, todos) reacciona a impulsos básicos aunque sea capaz de pensar sofisticadamente. Balancea permanentemente entre el bien y el mal con largas paradas en zonas medias, donde el nihilismo, la dejadez, el desinterés, la vanidad, la acritud, el rencor, la envidia, la crítica desinformada y  sobretodo el miedo, conforman un modelo de sociedad que se va imponiendo poco a poco. Y cuando ese líder de plástico capta la esencia misma de tal balanceo, aprovecha la emocionalidad asustada de la gente para erigirse como el dueño del balancín. Y la gente le cree. Y las brumas de la tristeza y la desazón se cuelan por las rendijas de mi vida.


Pero justo antes de que todo se vuelva oscuridad, un haz de luz entra por esa misma rendija. Pericles vuelve a mí y salva mi desespero con sus palabras: belleza y sabiduría. Y al pensar en ello, Platón acude también en mi auxilio con su tríada perfecta: belleza, sabiduría y bondad. Y de repente las brumas se esfuman, porque comprendo que tengo razón cuando reclamo -aunque sea en el silencio de mi necesidad y en la quietud de mi deseo- a ese líder que fui, como todos, abandonando en el camino cuando estaba más preocupado por “tener” que por “ser”. Ahora, más que nunca, necesitamos líderes de piel y alma, de bondad y fuerza, de ánimo y emoción, que recojan los trocitos de vida que la humanidad ha ido abandonando y construyan, para ella, un mundo parecido al que soñó Pericles, en el que ser pobre no sea motivo de vergüenza, siempre y cuando se luche con ahínco por no serlo. Siempre que la diferencia una y no repare en colores que justifiquen desencuentros. Siempre que las palabras necias sean reprobadas, apartadas y alejadas. Siempre que, cuando alguien nos enseñe con sus palabras la peor versión de “el otro” para que avalemos con nuestro voto su liderazgo enfermo, seamos capaces de apartar la mirada, darle la espalda y seguir avanzando a través de esa grieta de luz que en todos vive. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Día 6. Prepárate para encontrar

Ocurrió en la primavera de este año. En un vuelo doméstico desde Barcelona a Las Palmas de Gran Canaria, sin que aparentemente hubiera ningún motivo que lo generara, todo se paró durante unos segundos…la luz del sol de tarde que entraba por las ventanillas se encaprichó del interior del avión y lo iluminó como si un director de fotografía hubiera congelado la imagen en un fotograma perfecto para una película en rodaje; una niña rubia, de pie en el pasillo, dejó en el aire una sonrisa eterna dirigida a su padre, que le respondía haciéndole una graciosa mueca de cariño; todas las voces se suavizaron al punto que acompañaban al silencio casi andando de puntillas, sin molestar. Sentí algo bonito y extraño al mismo tiempo, y si bien no era la primera ocasión en que me sucedía, sí que fue la vez que tuve más consciencia de lo que estaba viviendo y durante más rato. Pasados unos segundos –creo que fueron segundos, aunque no sabría precisar bien-, todo volvió a ser igual…o puede que no. Lo único que se me ocurrió fue mirar disimuladamente en derredor para ver si alguien más había percibido lo mismo que yo. Todo seguía igual. Nada indicaba que nadie más hubiera pasado por un trance similar. Supe que debía escribir al momento mis sensaciones, y lo hice en el móvil. Esto fue lo que apunté:

“Hoy, 6 de abril de 2016, a las 19h40, a unos cuantos km por encima del suelo, en un avión de la compañía Norwegian, mientras leía y escuchaba el tema “Zanarkand” (de Final Fantasy X), aun no entendiendo muchas cosas, lo he comprendido todo: he podido percibir que todo es UNO. Mi mente se ha calmado, mi cerebro se ha iluminado, mi cuerpo era ligero, mis ojos se han llenado de lágrimas…no eran lágrimas de sensibilidad, eran de emoción, de máxima percepción de la realidad. Ha desaparecido la pena porque he sentido claramente que TODOS somos TODO, que TODO es UNO y que UNO es SIEMPRE, ETERNO. He visto nítidamente la no-muerte. El concepto “muero” ha perdido su sentido y su significado y me he trasladado al ANTES y al mismo tiempo, por primera vez en mi vida, a un AHORA de verdad. Todo ello ha durado un instante. Un instante en el que he sido energía pura, limpia, y en el que he podido ver luz en los demás. Me he sentido unido a todo y a todos. Uno, siempre uno.
No ha sido un momento místico, ha sido un momento extremadamente real en el que he comprendido que somos energía, todos, y que esa energía es la misma en todo lo que me rodea y se alimenta de la interacción con lo que la envuelve…por eso, de repente, como un fogonazo, he visto claro que NO-SOMOS, que en realidad nada existe y que, al mismo tiempo, esa no-existencia le da sentido a TODO.
Vivimos en la guardería del Universo, pasamos por la Vida como niños en un patio de colegio…nos perdemos tantas cosas!”…
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Fue una experiencia reveladora. Desde que tengo uso de razón he buscado –sin ansia, pero con interés- el porqué de las cosas, su significado, su gen motriz, su fuerza primera, su sentido, su encaje con el resto, su conexión con mi realidad…pero en ese momento, allí, cerca del cielo, comprendí que el secreto no es entrenar al cerebro para buscar, sino preparar el alma para saber encontrar.