Hace casi un año que aparqué el teclado de este pequeño
atril de vida. Hace casi un año que suspendí mi prosa en aras de una búsqueda
más profunda de palabras que hablaran, no tan sólo que se leyeran. Estaba seco.
Diversas fueron las circunstancias que me llevaron a tomar aquella decisión y
no me arrepiento de haberlo hecho. Hoy, esas circunstancias siguen ahí, pues me
conforman y moldean. Son personales, familiares, sociales, políticas,
económicas, profesionales…en definitiva, un sumatorio poco ordenado de impactos
emocionales de todo tipo. Pero algo ha cambiado durante este tiempo.
No sé cómo empezó todo. Puede que fuera el comprobar cómo
las diferencias surgidas con algunos “amigos” a raíz de la situación social,
política y económica de mi tierra, Cataluña, me llevaban al primer eslabón de
una desazón creciente. No tanto porque me retiraran la palabra, me “bloquearan”
en sus redes sociales o me insultaran ante terceros sin estar yo presente
simplemente por pensar de forma distinta, no, no creo que fuera eso (ya que ese
hecho les define a ellos, no a mí), fue más bien la tristeza de ver cómo el
camino recorrido junto a muchos de ellos durante años no había servido para conocernos
mejor, sino simplemente para estar juntos. Una especie de compañía de interés,
sin que ninguna de las partes tuviera claro qué interés podía guiar nuestra
relación, siendo fácil, por tanto, confundir esta con “amistad”. Yo, sin querer
y de forma aparentemente inofensiva, participaba con mis escritos y mis
opiniones del general desasosiego que se iba gestando (y que aún no ha
desaparecido) y esa idea me inquietaba. Otro factor fue la necesidad casi
física de empaparme de conocimientos bien planteados, analizados, estudiados,
contrastados y correctamente escritos. Debo decir que el camino ha sido
absolutamente fructuoso a tal efecto. He invertido muchísimas horas en
maravillosas lecturas que han ampliado mi capacidad de razonamiento mucho más
allá de lo que mi soberbia me impedía creer. La humildad socrática ha sido la
única pista por la que he corrido esta carrera: sólo sé que no sé nada. Y sigo pensando lo mismo, pues tan sólo
cuando te desprendes del “yo adquirido”, aparece el “yo inquirido” (si se me
permite la expresión), ese que te lleva a hurgar en conocimientos ajenos para
abastecer y ampliar los propios.
Sí, me fui, convencido de que cuando volviera lo haría sin
dejarme imbuir por el vocerío que tanto caracteriza esta época: gritos de
vanidad en forma de píxeles, jactancia encapsulada en peligrosas dosis de tuits,
comentarios banales adornados con estúpidos memes
o pretenciosos e incendiarios discursos lanzados por algunos salva-patrias desde la comodidad de un
sueldito mensual atrapa-conciencias.
Y creo haberlo conseguido. He recuperado la habilidad de “alejarme”
emocionalmente cuando algo exige objetividad de análisis y criterio calmo para
ofrecer una respuesta sincera. He aprendido de nuevo a saber frenar cuando la
aceleración de los acontecimientos (auténtico mal de nuestra generación)
parecía exigir un posicionamiento radical y extremista ante cualquier cuestión.
He visitado espacios de mi conciencia que me eran ajenos por desconocidos, no
por inexistentes. He recorrido ideas de terceros –puede que alguna de ellas sea
tuya- con el mismo deleite que si hubieran sido por mí paridas. He amado más
intensamente de lo muy intensamente que ya amaba. He recobrado la capacidad de
ver luz en otras miradas. Me he abandonado a la fuerza del viento de la Razón para
que empuje mi camino y a la brisa de la Emoción para que lo alegre. Un poco de
todo esto -sin que fuera totalmente consciente de ello- es lo que buscaba y lo
que he encontrado.
He participado de algunos debates seriamente expuestos y
animosamente concurridos, que me han permitido recoger allí donde otros
sembraron y por ello les estoy enormemente agradecido.
Ahora sé dónde estoy de una forma que antes tan sólo barruntaba
y recojo a mano la cosecha de mi vida. Por todo ello, puedo alzar la voz para
decir que valió la pena alejarme porque al hacerlo, he aprendido.
Si quieres acompañarme de nuevo, será un placer pasear a tu
lado.
Maravilloso, Jordi. Un abrazo fuerte
ResponderEliminarMuchas gracias!...pero quién eres? Me sale como "desconocido" tu nombre. Un abrazo.
EliminarGood one chief! lástima que dejaras de escribir, puesto siempre me pareció sublime lo que publicabas, pero sí que es cierto que hay temas en los que ya uno no puede entrar... yo no dejé de publicar en Facebook, pero también dejé de entrar en conversaciones erráticas donde la pasión y no la razón hablaban en primera persona! bueno, welcome back chief!
ResponderEliminarGracias por el comentario, master! De momento, seguiré entrando en fbk, pero en el muro de otros, el mío lo dejo descansar una temporadita más. Eso sí, se me volvió a despertar el ansia de escribir en mi blog...aunque no lo lea mucha gente! jajaja
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