lunes, 5 de noviembre de 2018

Día 15. He aprendido


Hace casi un año que aparqué el teclado de este pequeño atril de vida. Hace casi un año que suspendí mi prosa en aras de una búsqueda más profunda de palabras que hablaran, no tan sólo que se leyeran. Estaba seco. Diversas fueron las circunstancias que me llevaron a tomar aquella decisión y no me arrepiento de haberlo hecho. Hoy, esas circunstancias siguen ahí, pues me conforman y moldean. Son personales, familiares, sociales, políticas, económicas, profesionales…en definitiva, un sumatorio poco ordenado de impactos emocionales de todo tipo. Pero algo ha cambiado durante este tiempo.

No sé cómo empezó todo. Puede que fuera el comprobar cómo las diferencias surgidas con algunos “amigos” a raíz de la situación social, política y económica de mi tierra, Cataluña, me llevaban al primer eslabón de una desazón creciente. No tanto porque me retiraran la palabra, me “bloquearan” en sus redes sociales o me insultaran ante terceros sin estar yo presente simplemente por pensar de forma distinta, no, no creo que fuera eso (ya que ese hecho les define a ellos, no a mí), fue más bien la tristeza de ver cómo el camino recorrido junto a muchos de ellos durante años no había servido para conocernos mejor, sino simplemente para estar juntos. Una especie de compañía de interés, sin que ninguna de las partes tuviera claro qué interés podía guiar nuestra relación, siendo fácil, por tanto, confundir esta con “amistad”. Yo, sin querer y de forma aparentemente inofensiva, participaba con mis escritos y mis opiniones del general desasosiego que se iba gestando (y que aún no ha desaparecido) y esa idea me inquietaba. Otro factor fue la necesidad casi física de empaparme de conocimientos bien planteados, analizados, estudiados, contrastados y correctamente escritos. Debo decir que el camino ha sido absolutamente fructuoso a tal efecto. He invertido muchísimas horas en maravillosas lecturas que han ampliado mi capacidad de razonamiento mucho más allá de lo que mi soberbia me impedía creer. La humildad socrática ha sido la única pista por la que he corrido esta carrera: sólo sé que no sé nada. Y sigo pensando lo mismo, pues tan sólo cuando te desprendes del “yo adquirido”, aparece el “yo inquirido” (si se me permite la expresión), ese que te lleva a hurgar en conocimientos ajenos para abastecer y ampliar los propios.

Sí, me fui, convencido de que cuando volviera lo haría sin dejarme imbuir por el vocerío que tanto caracteriza esta época: gritos de vanidad en forma de píxeles, jactancia encapsulada en peligrosas dosis de tuits, comentarios banales adornados con estúpidos memes o pretenciosos e incendiarios discursos lanzados por algunos salva-patrias desde la comodidad de un sueldito mensual atrapa-conciencias. Y creo haberlo conseguido. He recuperado la habilidad de “alejarme” emocionalmente cuando algo exige objetividad de análisis y criterio calmo para ofrecer una respuesta sincera. He aprendido de nuevo a saber frenar cuando la aceleración de los acontecimientos (auténtico mal de nuestra generación) parecía exigir un posicionamiento radical y extremista ante cualquier cuestión. He visitado espacios de mi conciencia que me eran ajenos por desconocidos, no por inexistentes. He recorrido ideas de terceros –puede que alguna de ellas sea tuya- con el mismo deleite que si hubieran sido por mí paridas. He amado más intensamente de lo muy intensamente que ya amaba. He recobrado la capacidad de ver luz en otras miradas. Me he abandonado a la fuerza del viento de la Razón para que empuje mi camino y a la brisa de la Emoción para que lo alegre. Un poco de todo esto -sin que fuera totalmente consciente de ello- es lo que buscaba y lo que he encontrado.

He participado de algunos debates seriamente expuestos y animosamente concurridos, que me han permitido recoger allí donde otros sembraron y por ello les estoy enormemente agradecido.

Ahora sé dónde estoy de una forma que antes tan sólo barruntaba y recojo a mano la cosecha de mi vida. Por todo ello, puedo alzar la voz para decir que valió la pena alejarme porque al hacerlo, he aprendido.

Si quieres acompañarme de nuevo, será un placer pasear a tu lado.

4 comentarios:

  1. Maravilloso, Jordi. Un abrazo fuerte

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    1. Muchas gracias!...pero quién eres? Me sale como "desconocido" tu nombre. Un abrazo.

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  2. Good one chief! lástima que dejaras de escribir, puesto siempre me pareció sublime lo que publicabas, pero sí que es cierto que hay temas en los que ya uno no puede entrar... yo no dejé de publicar en Facebook, pero también dejé de entrar en conversaciones erráticas donde la pasión y no la razón hablaban en primera persona! bueno, welcome back chief!

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    1. Gracias por el comentario, master! De momento, seguiré entrando en fbk, pero en el muro de otros, el mío lo dejo descansar una temporadita más. Eso sí, se me volvió a despertar el ansia de escribir en mi blog...aunque no lo lea mucha gente! jajaja

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